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Cómo las startups tecnológicas están respondiendo a los desafíos climáticos

Cómo las startups tecnológicas están respondiendo a los desafíos climáticos

Cómo las startups tecnológicas están respondiendo a los desafíos climáticos

Startups tecnológicas frente a la emergencia climática: ¿tecnología al rescate?

La crisis climática ya no es una previsión futura: es una realidad presente. Sequías intensas, incendios incontrolables, fenómenos meteorológicos extremos… los efectos del calentamiento global son cada vez más palpables y urgentes. Frente a este panorama, múltiples sectores han comenzado a reaccionar y uno de los más activos —y a menudo menos esperados— es el ecosistema de startups tecnológicas.

Lejos de limitarse al desarrollo de apps o a la inteligencia artificial pura, cada vez más emprendedores tech están canalizando su energía innovadora hacia soluciones que combaten o mitigan los efectos del cambio climático. En este artículo, nos sumergimos en este movimiento emergente, analizando cómo las startups están enfrentando los retos medioambientales desde la creatividad, la ingeniería y el compromiso.

Del software al impacto ambiental: un giro urgente

Tradicionalmente asociamos el mundo tecnológico con la eficiencia, la automatización y el consumo de datos. Sin embargo, en los últimos años ha tomado fuerza una nueva tendencia: la tecnología climática (o climate tech). Se trata de startups que combinan tecnología y sostenibilidad para reducir emisiones, transformar sectores contaminantes y promover nuevas formas de producción y consumo.

El contexto no deja margen para la pasividad. Según la Agencia Internacional de la Energía (AIE), para alcanzar los objetivos del Acuerdo de París —y limitar el calentamiento global a 1,5 °C— es imperativo reducir al menos un 45 % de las emisiones globales para 2030. Y aquí es donde entra la innovación.

Startups que están marcando el camino

En Europa, América Latina y Asia, cientos de startups han comenzado a posicionarse como actores clave en la lucha contra la crisis climática. Algunas lo hacen desde la energía, otras desde el transporte, la agricultura o incluso los residuos. Aquí algunos ejemplos que reflejan el abanico de posibilidades:

Estos ejemplos demuestran que pensar fuera de lo convencional no es una tendencia pasajera, sino una necesidad. La clave está en escalar estas soluciones de forma sostenible y viable económicamente.

¿Inversión con impacto? Así responden los fondos de capital

El crecimiento de estas startups no sería posible sin respaldo financiero. Afortunadamente, los fondos de capital de riesgo (venture capital) están empezando a mirar más allá del retorno económico inmediato. Según un informe de PwC, la inversión en tecnologías climáticas ha crecido un 210 % entre 2020 y 2022, pese a la volatilidad económica de los últimos años.

Firmas como Breakthrough Energy Ventures (impulsada por Bill Gates), Lowercarbon Capital o Astanor Ventures han concentrado su portfolio en empresas que no solo buscan rentabilidad financiera, sino que también persiguen objetivos de impacto ambiental medible. No se trata de filantropía disfrazada, sino de una nueva definición de valor compartido.

En el ecosistema español, destacadas aceleradoras como Lanzadera o Wayra también están apostando por startups de impacto, incorporando convocatorias específicas orientadas a sostenibilidad y transición energética. ¿Es una moda pasajera? Todo indica que no: el futuro de la inversión será verde, o simplemente no será.

De la innovación al terreno: impacto real en sectores críticos

No todo son grandes promesas o prototipos futuristas. Una de las ventajas competitivas de las startups tecnológicas es su capacidad para adaptarse rápidamente y pilotar soluciones en campo. Algunos sectores están experimentando transformaciones que, hace cinco años, parecían imposibles.

En agricultura, por ejemplo, startups como Agrosingular usan inteligencia artificial para reducir la huella hídrica y optimizar la plantación en función del clima. En transporte urbano, compañías como Volta Trucks están rediseñando la logística urbana con vehículos eléctricos adaptados a la distribución en centros históricos, reduciendo emisiones y mejorando la calidad del aire.

Incluso sectores altamente contaminantes como la construcción están viendo una disrupción. El uso de materiales biofabricados, como el hormigón con captura de carbono o la madera tratada de alta eficiencia, dejan entrever que es posible edificar sin sacrificar el planeta.

¿Y qué hay de los residuos? La startup catalana Gravity Wave recoge plásticos del mar para convertirlos en mobiliario urbano. Lo llaman “economía circular con impacto tangible”. Y sus cifras lo avalan: más de 20 toneladas de plástico recogidas en 2023.

Obstáculos en el camino: no todo es código y optimismo

Si bien el panorama es esperanzador, no está exento de dificultades. Muchas startups todavía enfrentan barreras regulatorias, falta de incentivos fiscales y reticencias del mercado. El ESG (criterios ambientales, sociales y de gobernanza) avanza, pero lentamente. A menudo, estas empresas deben escoger entre crecer a paso firme o mantenerse fieles a su misión climática, aun a costa de la escalabilidad.

Además, no todas las soluciones tecnológicas serán adecuadas para todos los contextos. La innovación climática necesita, más que nunca, una visión local, adaptada a las realidades sociales, geográficas y económicas de cada región. Una app que optimiza el consumo eléctrico en Oslo no tendrá ni la misma eficacia ni la aceptación que una tecnología similar en Lima o Ciudad del Cabo.

Por último, debemos evitar el « greenwashing ». Una etiqueta verde o un discurso ecofriendly no sustituye el impacto medido y comprobable. Por eso resulta esencial que los clientes, inversores y gobiernos aprendan a distinguir entre marketing y acción real.

Colaboración, el motor silencioso

¿Cuál es el factor común entre las startups tecnológicas más eficaces contra el cambio climático? La colaboración. Ya sea con universidades, ONGs, grandes empresas o instituciones públicas, las alianzas se han convertido en una herramienta esencial para acelerar el impacto.

Un ejemplo llamativo es el de COOLER, una startup argentina que ayuda a pequeñas y medianas empresas a compensar su huella de carbono conectándolas con proyectos de reforestación verificados. En alianza con gobiernos locales, han facilitado la plantación de más de 5.000 árboles en zonas urbanas. Pequeños pasos, gran impacto.

La lógica es clara: una sola startup no cambiará el clima global, pero cien de ellas, cooperando entre sí, sí pueden alterar profundamente el ecosistema económico y ambiental actual.

¿Y tú, estás listo para apoyar la revolución verde?

El cambio climático es quizás uno de los mayores retos a los que nos enfrentamos como sociedad. Pero también es una oportunidad única para repensar cómo vivimos, producimos y consumimos. Las startups tecnológicas están mostrando que el ingenio humano puede ir de la mano con el cuidado del planeta. Y en ese camino, cada decisión cuenta.

Ya sea como consumidor que elige productos más sostenibles, como profesional que apuesta por una startup con propósito o como inversor que mira más allá del corto plazo, todos podemos contribuir. Porque ante la emergencia climática, la neutralidad no es opción.

La innovación ha sido siempre un motor de cambio. Hoy, más que nunca, necesitamos que también sea un motor de esperanza.

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