Consecuencias del teletrabajo en la salud mental y física: qué saber

Consecuencias del teletrabajo en la salud mental y física: qué saber

El auge del teletrabajo ha traído consigo una revolución en la forma en que entendemos nuestra relación con el trabajo, el hogar y, por extensión, con nuestro cuerpo y mente. Lo que en un inicio parecía una solución práctica para enfrentar la distancia social durante la pandemia, hoy es una realidad laboral establecida en muchas empresas. Pero, ¿cómo impacta realmente el teletrabajo en nuestra salud física y mental?

Cuando la comodidad se convierte en trampa

Trabajar desde casa tiene, sin duda, muchas ventajas: olvidarse del tráfico, vestir ropa cómoda (incluso pijama todo el día, admitámoslo), una mayor autonomía y ciertos ahorros en tiempo y dinero. Pero esta comodidad también encierra algunos riesgos menos visibles, especialmente para la salud mental y física.

La falta de movimiento, el aislamiento social y una difusa línea entre lo profesional y lo personal pueden desencadenar efectos adversos si no se gestionan adecuadamente. Según un informe reciente de la OMS, el sedentarismo prolongado ha aumentado en un 25 % desde que el teletrabajo se generalizó, y con ello, los problemas musculoesqueléticos.

Además, muchas personas han reportado un incremento de la ansiedad, dificultades para desconectar y síntomas de agotamiento emocional. ¿Estamos realmente preparados para esta nueva modalidad laboral?

Salud física: el precio de estar “demasiado en casa”

Pensar que trabajar desde el sofá o desde la cama es inofensivo es un gran error. Tras meses (o años) de malas posturas, aparecieron las consecuencias: dolores cervicales, lumbalgias, vista cansada… Según la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC), 7 de cada 10 teletrabajadores ha experimentado molestias físicas debido a la falta de ergonomía.

Principales repercusiones físicas del teletrabajo:

  • Dolor de espalda y cuello: causado por sillas inadecuadas y la ausencia de estaciones de trabajo ergonómicas.
  • Problemas visuales: como la fatiga ocular por exposición prolongada a pantallas y falta de pausas visuales.
  • Sobrepeso y sedentarismo: la falta de desplazamientos y actividad física diaria ha contribuido al aumento de peso en una parte significativa de la población.
  • Problemas circulatorios: estar muchas horas sentado sin moverse puede favorecer la aparición de edemas o trastornos vasculares leves.

Una solución práctica: establecer rutinas de movilidad. Levantarse cada hora para estirarse, colocar el ordenador a la altura de los ojos y utilizar una silla ergonómica puede marcar una gran diferencia. Y no, comer en el escritorio no cuenta como multitarea saludable.

Salud mental: el lado silencioso de la pantalla

Más allá del cuerpo, la mente también acusa el impacto del trabajo remoto. Si bien para algunas personas el teletrabajo ha supuesto un alivio (menos estrés de oficina, más autonomía), para otras ha sido todo lo contrario: aislamiento, sensación de estar siempre “conectado” y pérdida de rutina.

La psicóloga clínica Marta Ruiz señala que el teletrabajo puede amplificar la ansiedad preexistente y fomentar un estilo de vida más rígido y solitario. “La interacción social espontánea que ocurre en una oficina -las charlas en la máquina de café, las risas imprevistas- es crucial para equilibrar el estrés laboral”, comenta.

Algunos de los trastornos mentales más vinculados al teletrabajo son:

  • Estrés crónico: derivado de jornadas interminables sin pausas claras.
  • Síndrome del trabajador quemado (burnout): por la sensación constante de estar “siempre disponible”.
  • Ansiedad social: ocasionada por la falta de contacto con compañeros y el temor a perder habilidades relacionales.
  • Insomnio: por el desajuste de horarios y la sobreexposición a pantallas.

Una práctica recomendada es establecer barreras claras: apagar el ordenador al final del día laboral, diferenciar los espacios de descanso de los de trabajo y mantener horarios estables. Sí, incluso si la cama está a solo cinco pasos de tu “oficina”.

¿Estamos diseñando espacios de trabajo saludables en casa?

La mayoría de los teletrabajadores improvisó su espacio laboral: una mesa del salón, una silla de comedor, la esquina menos ruidosa. Pero ¿cuántos se detuvieron a considerar la iluminación, la altura del monitor, el espacio para moverse?

Crear un entorno de trabajo saludable en casa no requiere una reforma integral, solo atención a aspectos clave:

  • Luz natural y ventilación: para mejorar el estado de ánimo y mantener niveles de energía estables.
  • Separación de espacios: delimitar zonas exclusivas para el trabajo ayuda a crear un corte mental entre la vida laboral y personal.
  • Accesorios ergonómicos: apoyar los pies, elevar la pantalla y usar un teclado adecuado puede prevenir muchas lesiones.

Piensa en tu lugar de trabajo en casa como un aliado de tu bienestar. Una pequeña inversión hoy puede evitar visitas al fisioterapeuta mañana.

Más allá de la rutina: cómo recuperar el equilibrio cuerpo-mente

Implementar hábitos saludables no es misión imposible, pero requiere intención. Muchas empresas están poniendo sobre la mesa nuevas dinámicas: jornadas flexibles, pausas activas, talleres de mindfulness. Y tú, ¿qué puedes hacer desde casa?

  • Practica el “commute artificial”: simula el trayecto al trabajo con una caminata antes de comenzar tu jornada y otra al finalizar. Ayuda a marcar mentalmente los límites.
  • Respeta tus pausas: come lejos del ordenador y haz descansos visuales cada 20-30 minutos.
  • Conéctate, pero de verdad: habla con compañeros, organiza videollamadas informales o encuentros presenciales periódicos si es posible.
  • Mantente físicamente activo: yoga, estiramientos, ejercicios breves: cinco minutos cuentan más de lo que crees.

No olvidemos que trabajar desde casa no debe significar vivir en el trabajo. La salud física y mental no es un lujo, es una necesidad para poder rendir y disfrutar de una vida profesional sostenible.

¿Y si el problema es el tipo de trabajo?

También es relevante considerar que el impacto del teletrabajo no afecta de igual manera a todos. Profesionales autónomos, freelance o personas con empleos creativos suelen tener mayor libertad para estructurar su día, mientras que quienes deben seguir horarios estrictos, asistir a reuniones constantes o gestionar tareas colaborativas pueden experimentar más presión y fatiga.

Además, las condiciones del hogar son determinantes: no es lo mismo teletrabajar desde un piso de 30 metros cuadrados compartido con niños que desde una casa con despacho propio. El contexto importa, y mucho.

En este sentido, las empresas tienen un rol clave: ofrecer recursos, formación e incluso equipamiento para asegurar que sus empleados puedan trabajar de forma segura y saludable, tanto a nivel físico como mental. Priorizar la salud no es un capricho, es política corporativa inteligente.

El futuro del trabajo no se entiende sin bienestar

Ya no estamos en fase de adaptación: el teletrabajo ha llegado para quedarse, al menos en forma híbrida. Por eso, ahora la conversación debe girar sobre cómo hacerlo bien. Es decir, cómo equilibrar la productividad con el bienestar, cómo respetar los ritmos biológicos y cómo diseñar rutinas laborales más humanas.

Replantearnos nuestra vida laboral no es solo una cuestión de eficiencia. Es, sobre todo, una cuestión de salud.

Porque al final del día, más que vivir para trabajar o trabajar para vivir, se trata de encontrar un modelo en el que trabajar no implique sacrificar lo más valioso: nuestra salud física y mental.