Impacto del teletrabajo en tu salud mental y física durante la nueva normalidad

Impacto del teletrabajo en tu salud mental y física durante la nueva normalidad

La pandemia transformó radicalmente nuestra forma de trabajar. Para muchos, la casa se convirtió en oficina, cafetería, sala de reuniones… y, en consecuencia, también en un lugar donde los límites entre trabajo y vida personal se difuminaron drásticamente. A medida que la llamada « nueva normalidad » se consolida, el teletrabajo ha dejado de ser una solución temporal para convertirse en una modalidad permanente —o al menos híbrida— en muchas empresas.

Pero ¿qué efectos está teniendo esto en nuestra salud mental y física? ¿Estamos realmente preparados para convivir con esta nueva rutina durante más tiempo? La ciencia, la experiencia y los testimonios nos ofrecen algunas respuestas.

El lado invisible del teletrabajo: estrés, ansiedad y aislamiento

Una de las principales consecuencias de trabajar desde casa es el aumento del estrés y la sensación de aislamiento. Según un estudio llevado a cabo por la Organización Mundial de la Salud (OMS), el teletrabajo prolongado puede incrementar los niveles de ansiedad y depresión, especialmente cuando no existen estructuras claras para separar el trabajo del descanso.

Lo que al principio parecía un sueño —levantarse cinco minutos antes de empezar a trabajar, evitar los atascos, gestionar la jornada con mayor flexibilidad— puede convertirse en una fuente constante de presión. ¿Por qué? Porque al desaparecer el entorno laboral físico también desaparece el “apagado mental” que produce salir de la oficina.

¿Tu mesa de comedor se convirtió en escritorio? ¿Tienes reuniones hasta las 20h porque tu jefe asume que « total, estás en casa »? Ahí está el problema.

La salud física también paga el precio

No solo la mente se resiente: el cuerpo también registra el impacto del teletrabajo. Largas jornadas frente a pantallas sin pausas adecuadas pueden causar:

  • Dolores cervicales y lumbares por una mala postura o mobiliario inadecuado
  • Fatiga visual por no respetar la regla del 20-20-20 (cada 20 minutos, mirar durante 20 segundos a un objeto a 20 pies de distancia)
  • Problemas circulatorios por permanecer muchas horas sentados
  • Disminución de la actividad física diaria, lo que puede derivar en aumento de peso o pérdida de tono muscular

El cuerpo humano está diseñado para moverse, no para estar encorvado frente a una pantalla durante ocho o más horas. Y sin desplazamientos al trabajo, pausas activas o simplemente un paseo de regreso a casa, nuestra actividad física diaria puede reducirse drásticamente.

La paradoja de la hiperproductividad

Curiosamente, diversos informes han demostrado que muchas personas son incluso más productivas trabajando desde casa. Pero esta productividad tiene una cara oculta: el « presentismo digital ».

El miedo a parecer ausente o improductivo cuando no se está conectado lleva a muchos trabajadores a estar en línea más allá de su horario o a responder correos fuera de horas laborales. Lo que antes era un « estoy en casa, pero dejo de trabajar », ahora se ha transformado en una disponibilidad casi permanente.

Esta hiperconectividad, lejos de aumentar la eficiencia, agota y disminuye la motivación a largo plazo. Según un informe de Gallup publicado en 2023, cerca del 52% de los teletrabajadores afirman sentirse “quemados” con más frecuencia que antes de la pandemia.

¿Podemos protegernos? Buenas prácticas para el teletrabajo saludable

La respuesta es sí. Aunque el teletrabajo tiene efectos secundarios, también permite introducir rutinas más respetuosas con nuestros ritmos biológicos y personales. Aquí van algunas recomendaciones prácticas para mitigar sus efectos negativos:

  • Establece una rutina diaria clara: define horarios de inicio y fin de jornada, incluidas pausas reales.
  • Diferencia los espacios: si es posible, crea un área específica para trabajar. Evita usar la cama o el sofá como escritorio.
  • Pausa activa cada hora: levántate, estira las piernas, respira hondo o haz ejercicios ligeros.
  • Apuesta por la ergonomía: invierte en una silla adecuada, ajusta la altura del monitor y cuida la iluminación.
  • Respeta tus tiempos: apaga notificaciones fuera del horario laboral. Tu bienestar es prioridad.
  • Cuida tu alimentación y descanso: es fácil caer en el desorden. Planifica tus comidas y evita trabajar hasta tarde.

Salud emocional: más allá del rendimiento

No todo gira en torno a la eficiencia. Trabajar desde casa también puede afectar nuestra autoestima, sentido de propósito y relaciones sociales. Hacer pausas para llamar a un colega, compartir un café virtual o simplemente desconectar a través del ocio son prácticas más importantes de lo que creemos.

¿Sabías que sentirte parte de un grupo reduce el riesgo de depresión hasta en un 40%, según datos de la Asociación Española de Psicología? El aislamiento es un enemigo silencioso que se disfraza de comodidad. Por eso, cultivar vínculos —aunque sean digitales— sigue siendo fundamental.

Empresas conscientes, empleados sanos

Las organizaciones también juegan un papel clave. Aquellas que promueven el equilibrio entre vida personal y laboral, fomentan ambientes colaborativos en línea y respetan los horarios, contribuyen significativamente a reducir los efectos negativos del teletrabajo.

Algunas iniciativas que demuestran sensibilidad corporativa incluyen:

  • Establecer límites claros de disponibilidad
  • Impulsar prácticas de desconexión digital
  • Ofrecer recursos de apoyo emocional, como talleres o sesiones psicológicas
  • Fomentar la flexibilidad sin presionar la productividad constante

Porque estar en casa no significa estar siempre disponible. Ni física ni emocionalmente.

Entre lo ideal y lo real: adaptarse con inteligencia

Teletrabajar no debe ser sinónimo de sufrimiento. Como todo cambio cultural, requiere tiempo, adaptación y reflexión. La clave está en encontrar lo que funciona para cada uno y adaptar el entorno, ritmo y hábitos en la medida de lo posible.

Además, aceptar que no siempre se puede estar al 100% es también una forma de autocuidado. No se trata de emular a los gurús de la productividad que hacen yoga al amanecer, gestionan cinco reuniones y aún cocinan quinoa para cenar. La nueva normalidad también incluye aceptar nuestra humanidad, con sus límites, pausas y momentos de desconexión.

Una oportunidad para repensar cómo trabajamos

Quizá una de las lecciones más poderosas que el teletrabajo nos deja es la posibilidad de repensar nuestros modelos laborales. ¿Es necesario trabajar ocho horas diarias frente a una pantalla? ¿Qué métricas usamos para evaluar el rendimiento? ¿Valoramos realmente el bienestar de las personas o solo el output?

La salud mental y física no son lujos, son la base de una productividad sostenible. Ignorarlas no solo perjudica al individuo, sino también a las empresas y a toda la sociedad.

Puede que el futuro sea híbrido, con flexibilidad real y mayor autonomía. Pero para que ese futuro sea saludable, hay que comenzar a tomar decisiones conscientes aquí y ahora.

Así que la próxima vez que cierres tu portátil, pregúntate: ¿me estoy cuidando tanto como me estoy esforzando?